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viernes, 6 de mayo de 2011

Valentín

El Gnóstico (siglo II d. C.), filósofo religioso, fundador de una de las sectas más importantes del gnosticismo. Nacido en Egipto y educado en Alejandría, se estableció en Roma durante el pontificado del papa Higinio en el segundo cuarto del siglo II, enseñó en esta ciudad durante más de veinte años, y consiguió gran reputación por su elocuencia y poderosa inteligencia, que le granjearon muchos seguidores. Según el teólogo Tertuliano, Valentín rompió con la Iglesia cristiana y dejó Roma después de rechazar el cargo de obispo. Siguió desarrollando sus doctrinas, es probable que en Chipre. Sus seguidores ampliaron sus enseñanzas y se escindieron en dos escuelas, una asentada en Italia y la otra en Alejandría. Las primeras fuentes de la doctrina de Valentín son citas fragmentarias recogidas en la obra de sus oponentes cristianos ortodoxos y un texto copto, Evangelio de la verdad, descubierto en Nag-Hammadi (Egipto), que está considerado como una traducción de una obra original de Valentín. Su sistema refleja la influencia del platonismo y del dualismo oriental (zoroastrismo) tanto como del cristianismo. Dio por sentado la existencia de un reino espiritual (pleroma), que consiste en una sucesión de eones (del griego, ‘emanaciones’) que evolucionaban a partir de un ser original divino. El eón Sofía (del griego, ‘sabiduría’) produce un demiurgo (identificado con el Dios del Antiguo Testamento) creador del Universo material, malo en esencia, en el que las almas humanas, que en principio formaban parte del reino espiritual, se encuentran encarceladas. El eón Cristo se unió con el hombre Jesús para aportar el conocimiento (gnosis) redentor del reino divino a la humanidad. Solamente los seres humanos más espirituales, los gnósticos, están capacitados de una forma plena para recibir esta revelación y, por lo tanto, regresar al reino espiritual después de la muerte. Los demás cristianos sólo pueden alcanzar el reino del demiurgo; los paganos, absorbidos en la existencia material, están predestinados a la condenación eterna.